Tener un buen somier o base, es muy importante a la hora de sacarle todo el partido a un colchón a la vez que se le alarga la vida útil. Aunque parezca raro, un colchón se comporta de forma diferente según sea la base que tiene debajo. Establecen como una especie de relación. Por ejemplo: un colchón puede ganar en firmeza si tiene una base tapizada o un canapé abatible debajo. Por el contrario gana en flexibilidad si lo que tiene debajo es un somier de láminas.
Otra cosa es la transpiración del somier respecto a la base según sean los materiales del colchón, pero eso será asunto para tratar en otro artículo.
Pero lo que es de vital importancia es que ya sea uno u otro el soporte en donde repose el colchón es que esté siempre recto.
Caso especialmente grave es cuando el cliente compra un colchón y no repara en el estado de su somier o base, por pensar que es una pieza más de la cama, entiéndase cabecero o mesillas. Suele ocurrir que debido al desgaste del somier o base aparecen los hundimientos tan escandalosos producidos por el mal estado de éstos.
Normalmente los casos más frecuentes son somiéres o bases ligeramente arqueadas a simple vista, y sobre los que una vez tumbados sus propietarios encima hace que ese doblamiento se acentúe mucho más, dando lugar a que el colchón nuevo no trabaje de la forma que debería hacerlo.
Otro motivo son las láminas de los somiéres muy viciadas por el paso del tiempo que hace que se doblen mucho con la presión del peso, dando lugar a que nuevamente el colchón no trabaje en una superficie recta, reduciendo su vida útil, incurriendo en un mal uso del producto y del que normalmente las garantías no cubren.